Durante la época soviética la moral sexual era bastante estricta. Durante los años 90 hubo grandes cambios, entre otros respecto a la prostitución. Se crearon entonces una serie de estereotipos sobre las rusas que llegan hasta hoy en día, aunque en la actualidad la situación no es como entonces.
En Rusia a menudo se repite que en la Unión Soviética no se practicaba el sexo. No obstante, sería más correcto decir que éste no sucedía oficialmente. Tras la Revolución muy pronto se estableció, junto al acostumbrado puritanismo religioso, el nuevo código de conducta comunista que era igual de ambiguo y falaz que el antiguo.
Especialmente en las películas pero también sobre los escenarios del teatro o en la literatura, la omnipresente censura eliminaba sin misericordia cualquier signo relacionado con el sexo. Películas en las que aparecían partes del cuerpo al desnudo o escenas eróticas corrían el riesgo de ser confiscadas. Esta situación tan sólo cambió tras la llegada al poder de Gorbachov. No obstante, en la actualidad se sabe que los viejos señores de la élite contemplaban, en secreto, escenas de desnudos en sus dachas estatales.
Todavía en los años 70 era habitual, sobre todo en las regiones rurales y en las ciudades de provincia, que las chicas llegaran vírgenes al matrimonio. Pero esto no era aplicable para los chicos.
Una compañera rusa de mi época de estudios en Kaluga, se dejó llevar voluntariamente a Magadán, situada en el extremo oriental del país y que tenía mala fama por el campamento de prisioneros en los tiempos de Stalin. Ella se había entregado a un joven hombre antes de su llamada a filas, porque estaban enamorados y querían esperarse el uno al otro. No obstante, después la historio no resultó tan romántica.
Pero, ¿de dónde procedían las experiencias de los jóvenes? De mujeres casadas, jóvenes recién divorciadas y de las llamadas “mujeres fáciles”.
Entre estas últimas había varias categorías: las que lo hacían gratis, las que lo hacían por rublos y las que lo hacían por moneda extranjera. El servicio secreto controlaba esto último, como todo bajo el socialismo. Así, para la Feria de Leipzig, uno de los eventos comerciales más importantes del mundo, había una numerosa salida de prostitutas de moneda extranjera en la RDA. Dos veces al año, hombres de negocios de Occidente y políticos eran el centro de la educación sexual.
Desgraciadamente la educación sexual dejaba y deja mucho que desear. Actualmente, cuando la Iglesia Ortodoxa Rusa avanza de nuevo, este educación no se aplica del todo. Anticoncepción, protección frente a enfermedades venéreas, educación sexual, todo esto era un enigma. Además, se carecía de anticonceptivos, preservativos e incluso de medios indispensables para la higiene femenina. Es realmente increíble cómo la gente joven se las arreglaba para, más o menos, “tirar hacia adelante”.
Pero nada ni nadie se impone sobre la naturaleza. Así que se hacían cosas a pesar del puritanismo y las cohibidas relaciones de convivencia, donde niños y padres tenían que vivir conjuntamente en una habitación a demasiados embarazos no deseados. El aborto fue, y todavía es visto en parte, como una medida anticonceptiva.
Medio muertas y blancas como una pared, las mujeres en la Unión Soviética se alegraban cuando recibían una anestesia durante la intervención. Vacilaban hacia casa y volvían de nuevo al trabajo pocos días después. De este modo, desprotegidas, podían seguir el “deber matrimonial”. En muchos casos era un acto de obligación.
A mediados de los 80, cuando se estableció la Perestroika y se cortaron muchas costumbres, hubo a una verdadera revolución sexual.
La gente adquiría aparatos de vídeo y se veían colectivamente películas desconocidas de todo tipo, también pornográficas. El contemplar en común una película porno tiene algo, pueden creerme: un silencio sepulcral, el respirar con dificultad o los comentarios pueriles para encubrir la inseguridad. A menudo se veían películas pornográficas alemanas de bajo presupuesto con aburridos textos.
Curiosos espectadores acudían en masa a ver largometrajes como La pequeña Vera y La prostituta de moneda extranjera con la original denominación de Intergirl, a las salas de cine de los años 80. La película La legenda de Paul y Paula la vieron en varias ocasiones los miembros del grupo occidental de las fuerzas armadas soviéticas destinados en la RDA.
Auge de la prostitución en los años 90
En los últimos años de la URSS y principios de los 90, la prostitución experimentó un auge. Chicas jóvenes y mujeres de provincia conquistaron la vida nocturna de las metrópolis. Y como en Rusia todo es extremo, en esto tampoco iba a ser menos.
Las rápidamente crecientes estructuras criminales siempre tuvieron algo que ver con la prostitución. Y las jóvenes damas no podían, como quizás se habían imaginado, trabajar por cuenta propia. Todas ellas necesitaban dinero, esto estaba claro. Algunas llegaban porque tenían que alimentar a su niño o a los padres enfermos, otras, porque querían pagarse los estudios o sencillamente se lo pasaban bien.
En los 90 ocuparon los hoteles, bares, restaurantes y saunas. Iban “de caza” a los vestíbulos o llamaban a las puertas de las habitaciones de los hoteles, incluso iniciaban sus “ataques” por teléfono. Éstas eran las mejor posicionadas. Las que estaban más abajo en la jerarquía permanecían en las esquinas de las calles, a merced de los clientes y sin ningún tipo de condiciones higiénicas. Los proxenetas les quitan los pasaportes y las trataban como a esclavas o las vendían a burdeles en el extranjero.
La fama de la joven rusa de largas piernas se expandió rápidamente. Muchos hombres de negocios que llegaban a Moscú se convirtieron en verdaderos adictos a ellas. Llegaban la tarde del viernes, cuando las negociaciones se hacían el lunes.
Y no había nada más que darse un paseo nocturno por la céntrica calle Tverskaya en Moscú para ver donde estaba el mayor y más famoso prostíbulo de la ciudad. Los compañeros de prestigiosas empresas se regalaban entre ellos una visita. ¿Se puede superar este cinismo?
Tras la prostitución abierta, la oculta conquistó aún más terreno. Me refiero a la prostitución de sustento, es decir, la que consiste en “pescar" un extranjero adinerado, sin importar cuantos años tenga. Entretanto también están en el punto de mira las rusas adineradas, son generosas y tolerantes hasta que hacen un gesto negativo con la mano, lo que realmente no se puede generalizar de los (poco gastadores) alemanes, suizos, austriacos etc.
En aquellos años parecía agradable hacerse secretaria, ser la cara y las piernas de la empresa. Pero también se creó el despectivo término de “secretuta”, a partir de las palabra secretaria y prostituta. El lenguaje popular no podía ser más acertado.
Sin embargo, ahora la situación se ha tranquilizado, los salvajes 90 ya pasaron. Los excesos sexuales se colocan en internet. Entretanto, la televisión también mete baza y emite programas de alcahuetas que usan métodos con los que atraer a hombres de éxito económico.Las madres que ven tales programas, envían entonces a sus hijas a los restaurantes donde jóvenes banqueros, brokers y jefes de empresa toman su almuerzo, con la esperanza de que un príncipe de voluminoso coche escoja a su hijita. Con ello estarían resueltos de golpe y porrazo todos los problemas financieros de la familia.
Algo bueno tuvo el cambio para la gente joven, ahora ellos pueden vivir su vida sexual más libremente, sin la necesidad de actas matrimoniales y sin ser hostigados continuamente. El puritanismo forzado desaparece lentamente. Aunque la Iglesia acecha, apoyada por los partidos dominantes, para reprimir de nuevo a la juventud y reglamentar el amor corporal y traer a colación el problema demográfico, como hoja de higuera bíblica.
Adele Sauer es alemana y vive en Rusia desde hace 20 años. Es colaboradora habitual de la versión alemana de RBTH.
En Rusia a menudo se repite que en la Unión Soviética no se practicaba el sexo. No obstante, sería más correcto decir que éste no sucedía oficialmente. Tras la Revolución muy pronto se estableció, junto al acostumbrado puritanismo religioso, el nuevo código de conducta comunista que era igual de ambiguo y falaz que el antiguo.
Especialmente en las películas pero también sobre los escenarios del teatro o en la literatura, la omnipresente censura eliminaba sin misericordia cualquier signo relacionado con el sexo. Películas en las que aparecían partes del cuerpo al desnudo o escenas eróticas corrían el riesgo de ser confiscadas. Esta situación tan sólo cambió tras la llegada al poder de Gorbachov. No obstante, en la actualidad se sabe que los viejos señores de la élite contemplaban, en secreto, escenas de desnudos en sus dachas estatales.
Todavía en los años 70 era habitual, sobre todo en las regiones rurales y en las ciudades de provincia, que las chicas llegaran vírgenes al matrimonio. Pero esto no era aplicable para los chicos.
Una compañera rusa de mi época de estudios en Kaluga, se dejó llevar voluntariamente a Magadán, situada en el extremo oriental del país y que tenía mala fama por el campamento de prisioneros en los tiempos de Stalin. Ella se había entregado a un joven hombre antes de su llamada a filas, porque estaban enamorados y querían esperarse el uno al otro. No obstante, después la historio no resultó tan romántica.
Pero, ¿de dónde procedían las experiencias de los jóvenes? De mujeres casadas, jóvenes recién divorciadas y de las llamadas “mujeres fáciles”.
Entre estas últimas había varias categorías: las que lo hacían gratis, las que lo hacían por rublos y las que lo hacían por moneda extranjera. El servicio secreto controlaba esto último, como todo bajo el socialismo. Así, para la Feria de Leipzig, uno de los eventos comerciales más importantes del mundo, había una numerosa salida de prostitutas de moneda extranjera en la RDA. Dos veces al año, hombres de negocios de Occidente y políticos eran el centro de la educación sexual.
Desgraciadamente la educación sexual dejaba y deja mucho que desear. Actualmente, cuando la Iglesia Ortodoxa Rusa avanza de nuevo, este educación no se aplica del todo. Anticoncepción, protección frente a enfermedades venéreas, educación sexual, todo esto era un enigma. Además, se carecía de anticonceptivos, preservativos e incluso de medios indispensables para la higiene femenina. Es realmente increíble cómo la gente joven se las arreglaba para, más o menos, “tirar hacia adelante”.
Pero nada ni nadie se impone sobre la naturaleza. Así que se hacían cosas a pesar del puritanismo y las cohibidas relaciones de convivencia, donde niños y padres tenían que vivir conjuntamente en una habitación a demasiados embarazos no deseados. El aborto fue, y todavía es visto en parte, como una medida anticonceptiva.
Medio muertas y blancas como una pared, las mujeres en la Unión Soviética se alegraban cuando recibían una anestesia durante la intervención. Vacilaban hacia casa y volvían de nuevo al trabajo pocos días después. De este modo, desprotegidas, podían seguir el “deber matrimonial”. En muchos casos era un acto de obligación.
A mediados de los 80, cuando se estableció la Perestroika y se cortaron muchas costumbres, hubo a una verdadera revolución sexual.
La gente adquiría aparatos de vídeo y se veían colectivamente películas desconocidas de todo tipo, también pornográficas. El contemplar en común una película porno tiene algo, pueden creerme: un silencio sepulcral, el respirar con dificultad o los comentarios pueriles para encubrir la inseguridad. A menudo se veían películas pornográficas alemanas de bajo presupuesto con aburridos textos.
Curiosos espectadores acudían en masa a ver largometrajes como La pequeña Vera y La prostituta de moneda extranjera con la original denominación de Intergirl, a las salas de cine de los años 80. La película La legenda de Paul y Paula la vieron en varias ocasiones los miembros del grupo occidental de las fuerzas armadas soviéticas destinados en la RDA.
Auge de la prostitución en los años 90
En los últimos años de la URSS y principios de los 90, la prostitución experimentó un auge. Chicas jóvenes y mujeres de provincia conquistaron la vida nocturna de las metrópolis. Y como en Rusia todo es extremo, en esto tampoco iba a ser menos.
Las rápidamente crecientes estructuras criminales siempre tuvieron algo que ver con la prostitución. Y las jóvenes damas no podían, como quizás se habían imaginado, trabajar por cuenta propia. Todas ellas necesitaban dinero, esto estaba claro. Algunas llegaban porque tenían que alimentar a su niño o a los padres enfermos, otras, porque querían pagarse los estudios o sencillamente se lo pasaban bien.
En los 90 ocuparon los hoteles, bares, restaurantes y saunas. Iban “de caza” a los vestíbulos o llamaban a las puertas de las habitaciones de los hoteles, incluso iniciaban sus “ataques” por teléfono. Éstas eran las mejor posicionadas. Las que estaban más abajo en la jerarquía permanecían en las esquinas de las calles, a merced de los clientes y sin ningún tipo de condiciones higiénicas. Los proxenetas les quitan los pasaportes y las trataban como a esclavas o las vendían a burdeles en el extranjero.
La fama de la joven rusa de largas piernas se expandió rápidamente. Muchos hombres de negocios que llegaban a Moscú se convirtieron en verdaderos adictos a ellas. Llegaban la tarde del viernes, cuando las negociaciones se hacían el lunes.
Y no había nada más que darse un paseo nocturno por la céntrica calle Tverskaya en Moscú para ver donde estaba el mayor y más famoso prostíbulo de la ciudad. Los compañeros de prestigiosas empresas se regalaban entre ellos una visita. ¿Se puede superar este cinismo?
Tras la prostitución abierta, la oculta conquistó aún más terreno. Me refiero a la prostitución de sustento, es decir, la que consiste en “pescar" un extranjero adinerado, sin importar cuantos años tenga. Entretanto también están en el punto de mira las rusas adineradas, son generosas y tolerantes hasta que hacen un gesto negativo con la mano, lo que realmente no se puede generalizar de los (poco gastadores) alemanes, suizos, austriacos etc.
En aquellos años parecía agradable hacerse secretaria, ser la cara y las piernas de la empresa. Pero también se creó el despectivo término de “secretuta”, a partir de las palabra secretaria y prostituta. El lenguaje popular no podía ser más acertado.
Sin embargo, ahora la situación se ha tranquilizado, los salvajes 90 ya pasaron. Los excesos sexuales se colocan en internet. Entretanto, la televisión también mete baza y emite programas de alcahuetas que usan métodos con los que atraer a hombres de éxito económico.
Algo bueno tuvo el cambio para la gente joven, ahora ellos pueden vivir su vida sexual más libremente, sin la necesidad de actas matrimoniales y sin ser hostigados continuamente. El puritanismo forzado desaparece lentamente. Aunque la Iglesia acecha, apoyada por los partidos dominantes, para reprimir de nuevo a la juventud y reglamentar el amor corporal y traer a colación el problema demográfico, como hoja de higuera bíblica.
Adele Sauer es alemana y vive en Rusia desde hace 20 años. Es colaboradora habitual de la versión alemana de RBTH.
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