En política exterior, Gorbachov tendía a la negociación de la reducción de armamento y a la pacificación de las relaciones internacionales, retirando las tropas soviéticas en Afganistán y recibiendo en Moscú al presidente estadounidense Ronald Reagan.
Tras ser elegido presidente del Soviet Supremo, Gorbachov aceleró el programa de reformas políticas. Fue elegido jefe del Estado (1989) y primer presidente de la Unión Soviética por el congreso (1990). Se redujo el interés de la URSS por los países socialistas del Tercer Mundo, y se inició una predilección por los países occidentales y por la democracia a la que costó mucho adaptarse. Los derechos humanos se reconocieron en diciembre de 1988, acabando con los principios de Stalin y del marxismo-leninismo que hasta entonces habían constituido la ideología del partido comunista.
La reforma, aplicada con mayor fuerza sobre todo a partir de 1987, alcanzaba todas las áreas del sistema soviético: la ciencia, la tecnología, la reorganización de la estructura económica y los cambios en la política de inversiones. Para ello se trató de hacer un mejor uso de los medios económicos de que se disponía. La reforma supuso el saneamiento de una burocracia ineficaz y con ello pretendía implicar más al conjunto de ciudadanos en la tarea de reconstruir su economía.
La perestroika iba complementada por la glásnost, una política de apertura hacia los medios de comunicación, con transparencia informativa, permitiendo la libertad de expresión y de opinión, al contrario que en la etapa anterior, caracterizada por la represión hacia los contrarios al sistema. De esta manera, por primera vez, el gobierno soviético permitía una cierta autocrítica y reconocía sus defectos, lo que contribuyó a resolverlos con mayor rapidez. Esto fue generando una confrontación política encabezada por las críticas de Borís Yeltsin, que fue apartado en 1987 a pesar de que contaba con el apoyo popular. En junio de 1988 se celebraron elecciones democráticas que no dieron al PCUS todos los puestos en el gobierno, sino que se formó una minoría de reformadores entre los que se encontraba Yeltsin. A finales de 1990 ya existía una verdadera división en el Congreso, con unos 18 grupos políticos, de los que el más importante era el comunista, seguido del conservador Soyuz.
Hacia el final del mandato de Gorbachov, la perestroika empezó a recibir críticas tanto por los que pensaban que las reformas se aplicaban demasiado lentamente como por los comunistas que temían que éstas destruyeran el sistema socialista y llevaran a la decadencia del país.
El 19 de agosto de 1991 tuvo lugar un golpe de Estado llevado a cabo por los altos cargos del PCUS con el objetivo de boicotear un tratado que permitiría el autogobierno de las repúblicas de la URSS. Éste fracasó debido a la pasividad de altos dirigentes militares y a la actitud del presidente de la federación rusa, Boris Yeltsin. Tres días después, Mijail Gorbachov dimitía. Muchas repúblicas federadas de Europa del Este declararon entonces su independencia, lo que llevó a la disolución de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (la URSS) el 25 de diciembre de 1991, día en que Gorbachov renunció a su cargo. Yeltsin se convirtió en su sucesor, abandonando el comunismo y convirtiéndose en presidente de la recién fundada Federación Rusa.
Tras ser elegido presidente del Soviet Supremo, Gorbachov aceleró el programa de reformas políticas. Fue elegido jefe del Estado (1989) y primer presidente de la Unión Soviética por el congreso (1990). Se redujo el interés de la URSS por los países socialistas del Tercer Mundo, y se inició una predilección por los países occidentales y por la democracia a la que costó mucho adaptarse. Los derechos humanos se reconocieron en diciembre de 1988, acabando con los principios de Stalin y del marxismo-leninismo que hasta entonces habían constituido la ideología del partido comunista.
La reforma, aplicada con mayor fuerza sobre todo a partir de 1987, alcanzaba todas las áreas del sistema soviético: la ciencia, la tecnología, la reorganización de la estructura económica y los cambios en la política de inversiones. Para ello se trató de hacer un mejor uso de los medios económicos de que se disponía. La reforma supuso el saneamiento de una burocracia ineficaz y con ello pretendía implicar más al conjunto de ciudadanos en la tarea de reconstruir su economía.
La perestroika iba complementada por la glásnost, una política de apertura hacia los medios de comunicación, con transparencia informativa, permitiendo la libertad de expresión y de opinión, al contrario que en la etapa anterior, caracterizada por la represión hacia los contrarios al sistema. De esta manera, por primera vez, el gobierno soviético permitía una cierta autocrítica y reconocía sus defectos, lo que contribuyó a resolverlos con mayor rapidez. Esto fue generando una confrontación política encabezada por las críticas de Borís Yeltsin, que fue apartado en 1987 a pesar de que contaba con el apoyo popular. En junio de 1988 se celebraron elecciones democráticas que no dieron al PCUS todos los puestos en el gobierno, sino que se formó una minoría de reformadores entre los que se encontraba Yeltsin. A finales de 1990 ya existía una verdadera división en el Congreso, con unos 18 grupos políticos, de los que el más importante era el comunista, seguido del conservador Soyuz.
Hacia el final del mandato de Gorbachov, la perestroika empezó a recibir críticas tanto por los que pensaban que las reformas se aplicaban demasiado lentamente como por los comunistas que temían que éstas destruyeran el sistema socialista y llevaran a la decadencia del país.
El 19 de agosto de 1991 tuvo lugar un golpe de Estado llevado a cabo por los altos cargos del PCUS con el objetivo de boicotear un tratado que permitiría el autogobierno de las repúblicas de la URSS. Éste fracasó debido a la pasividad de altos dirigentes militares y a la actitud del presidente de la federación rusa, Boris Yeltsin. Tres días después, Mijail Gorbachov dimitía. Muchas repúblicas federadas de Europa del Este declararon entonces su independencia, lo que llevó a la disolución de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (la URSS) el 25 de diciembre de 1991, día en que Gorbachov renunció a su cargo. Yeltsin se convirtió en su sucesor, abandonando el comunismo y convirtiéndose en presidente de la recién fundada Federación Rusa.
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